martes, 25 de febrero de 2020

Con nombre propio y sin capa


CANDELA:
Me despierto y la habitación sigue en penumbra. No sé si aún es de noche o el hilo con el que se tejen las nubes se ha enredado en mis pestañas. Apenas puedo abrir los ojos. 

A veces me pregunto si ya he muerto o esta niebla visual que me invade no es más que un preludio al réquiem definitivo. Entonces, noto su calidez, a mi lado, justo al izquierdo, su respiración acompasada que como una letanía me devuelve la paz y sé que todo está bien. Sigo viva, aunque no puedo evitar sentir miedo. ¡Estoy aterrada!

Recurro a la excusa de la falta de tiempo, de los días consumiéndose en mis tobillos y de las ascuas saco una fuerza que me invade, que me hace invencible. Ese superpoder del que tiene todo por dar y muy poco tiempo para llevarlo a cabo.

Hoy les hablaré de una de las lecciones más importantes en la vida, esa que quizá un día les marque la diferencia. No comenzaré con aquello de que es mejor ser feliz que tener razón —aunque les evitaría muchos problemas y discusiones, es algo que tendrán que descubrir por sí mismos, — pero sí les contaré un cuento, uno de tantos, con moraleja, desmentiré otros y les procuraré dar alguna pista —mientras ojeamos nuestros álbumes de fotos— que les ayude a distinguir entre hombres príncipe y hombres orco, entre mujeres bruja y mujeres hada, pero sobretodo, les enseñaré que hay seres humanos y que, la mayoría de las veces,  no es una cuestión de género lo que nos separa o nos une sino una cuestión de amor, de desamor, de terrores poniéndonos la zancadilla, de experiencias vueltas sobre la mesa las que determinan nuestra jugadas en esta partida que es la vida.  Me pregunto cómo explicar a dos niños para que la empatía sea una ayuda en sus vidas y  no un comodín que permita todo convirtiéndose en su cruz, la de ella,  o la de él. Quizás con ejemplos de otros cuentos, que puedan sumarse al nuestro y así, les quede claro que si humilla no es amor, que si tienen que rogar, no es amor, que si duele no es amor, que si cada noche se riega con lágrimas para que crezca, no sé qué es lo que están cuidando, pero no será amor, entonces, espero que saquen del armario las zapatillas de viento y corran lejos, no como huida sino para ponerse a salvo de la tormenta. El amor es otra cosa. Es tan natural que fluye imparable, como el que se tira cuesta abajo sin frenos, llenándonos de felicidad y que a veces, también es renuncia, como esta en la que hago un esfuerzo sublime por bajarme de la bici sin caerme y levantarme de la cama. Un esfuerzo como el de él, su padre. El ser amado que me ayuda a incorporarme y me mira con todo el amor del mundo disimulando todo ese dolor que le apuñala el pecho viendo como me consumo entre sus brazos, cada día un poquito y otro, hasta ser ceniza y desaparecer.

Ambos, como dos héroes en pijama. Tú y yo cariño, sin distinción de género y a pesar de que la cuenta atrás ha comenzado y se nos está escurriendo la arena entre los dedos. Nos levantamos para preparar a nuestros hijos para ese futuro inminente que no va a estropear nuestro día. Nuestra misión hoy no será salvar el mundo pero sí preparar a nuestros hijos para ese mañana sin madre y procurarles las herramientas necesarias para gestionar la pérdida, aceptar los fracasos, caerse y levantarse, dar un paso y otro, comerse el mundo, solos o dados de la mano de otro ser humano, sea del sexo que sea pero que comparta con ellos la certeza de que su bandera es la sonrisa y su himno un “yo puedo”. Y tú amor, tú también debes prepararte para esto, decirme adiós y seguir adelante, por ellos, por nosotros, por ti, por mí.

JORGE:
Candela murió en paz, demasiado joven, treinta y siete años, de un cáncer de ovario tan femenino como su melena negra ondeando al viento, pero con su misión cumplida. Vino a hacer feliz al mundo y este era su familia. Nosotros. Nos regaló su vida, y cuando le transmitieron que su momento se terminaba, se negó a que la pillara como en una condena arrodillada a la espera. Se dedicó en cuerpo y alma a preparar a nuestros hijos: Antton y Marina para lo inevitable, la inminente pérdida. Cada mañana  — unas con más fuerzas que otras  — disimulo sus dolores con sonrisas, sus vómitos subiendo la música entre punteos de guitarra y voces desgarradas y su calvicie con bromas para dar todo lo que le quedaba, su inmenso superpoder: el amor y prepararlos para la vida sin mentiras. No somos eternos, no, pero si hoy podemos hacer un poquito por mejorar la vida de los que nos rodean, quizá no salvemos el mundo pero sí hagamos de él un lugar más humano.

¡Candela fue y será la heroína que nos sustenta!

Por todas esas heroínas con nombre propio y sin capa que cada día están luchando sin importar si la batalla está ganada o perdida.


 H de L

Concurso de historias de #heroínas de Zenda

8 comentarios:

Jose Ant. Sánchez dijo...

Realmente precioso, emotivo y esperanzador.
Lleno de una dulzura y belleza conmovedoras.

Estos superhéroes sin capa son dignos de mayor reverencia que los ficticios que nos nublan el cerebro con falsas problemas.

«No somos eternos, no, pero si hoy podemos hacer un poquito por mejorar la vida de los que nos rodean, quizá no salvemos el mundo pero sí hagamos de él un lugar más humano.» Esta frase rubrica un texto maravilloso.

Mi enhorabuena por el texto, mi pésame por el dolor y felicidades por haber podido disfrutar de una heroína. Por desgracia, no abundan.

Un abrazo.

Ihintza H de L dijo...

Muchísimas gracias por regalarme un poquito de tu tiempo leyendo y aportando con tu comentario. Gracias :)

TORO SALVAJE dijo...

Me has emocionado.
Mi madre murió de un cáncer como ese.
Su mayor orgullo éramos sus hijos.
Creo que hizo más de lo que podía por nosotros.
Otra heroína.

Ihintza H de L dijo...

Lo siento Toro, Una heroína, sin duda.

Zelgadiss dijo...

Precioso prima, a pesar de lo triste del tema le has sabido dar su toquecito de luz y esperanza. La resiliencia es una capacidad muy necesaria que deberian intentar enseñarnos desde pequeños.
besos.

elpedrete dijo...

Un relato muy bonito y lleno de sentimiento. Me ha gustado mucho, sobre todo el epílogo que me ha puesto los pelos de punta incluso sin tener cerca ninguna situación parecida.

Yo también participo en el concurso de Zenda, aunque con un estilo muy diferente.
Suerte, un abrazo
http://elpedrete2.blogspot.com/2020/03/zenda-historias-de-heroinas-la-granja.html

Ihintza H de L dijo...

Muchas gracias prima un besote!!!

Elpedrete, ahora voy a leerte, gracias por tu comentario, suerte! Un abrazo!

Unknown dijo...

As stated by Stanford Medical, It's indeed the SINGLE reason women in this country get to live 10 years longer and weigh an average of 19 kilos less than us.

(By the way, it is not about genetics or some secret diet and EVERYTHING about "HOW" they eat.)

P.S, What I said is "HOW", not "WHAT"...

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